Cuando apoyamos a nuestro cuerpo, el tratamiento puede ser más efectivo y con menos efectos secundarios.
Cuando hablamos de enfermedades autoinmunes y otras enfermedades, el foco suele estar puesto en el diagnóstico y en la medicación. Y es lógico: los fármacos cumplen una función esencial para modular la respuesta inmunitaria y frenar la inflamación.
Sin embargo, muchas veces se olvida un factor clave para que ese tratamiento funcione bien y no genere más problemas: el hígado.
Este órgano trabaja en silencio, procesando todo lo que entra en nuestro cuerpo, desde nutrientes hasta medicamentos. Y cuando está sobrecargado o inflamado, puede verse afectada no solo su función, sino también nuestra capacidad para tolerar y responder a los tratamientos.
Yo misma viví este proceso. Durante un tiempo, mi cuerpo no solo luchaba contra la autoinmunidad, sino que también presentaba una inflamación hepática que me impedía sintetizar adecuadamente proteínas. Fue al revisar a fondo mi alimentación, eliminar ciertos tóxicos y apoyar la función hepática cuando empecé a notar un cambio profundo: mi hígado se desinflamó y mis analíticas mejoraron.
Por eso hoy quiero contarte por qué cuidar tu hígado es una parte fundamental del tratamiento en autoinmunidad, y cómo la alimentación puede ser una gran aliada en este proceso.
El hígado actúa como una gran central de depuración. Filtra la sangre, transforma compuestos, regula el equilibrio de glucosa, colesterol y hormonas, y elimina toxinas.
Pero además, es el encargado de metabolizar medicamentos, como los que usamos para tratar las enfermedades autoinmunes u otros como el paracetamol.
Cuando este órgano está funcionando correctamente, puede gestionar esta carga sin problema. Pero si está inflamado, graso o sobrecargado, su capacidad de filtración disminuye.
Esto puede traducirse en:
Muchos de los tratamientos comunes en autoinmunidad tienen un impacto sobre la función hepática:
Por eso, en muchas ocasiones se piden analíticas periódicas para revisar las transaminasas y otras enzimas hepáticas. Pero más allá de los controles médicos, tú también puedes apoyar a tu hígado cada día con tus hábitos.
Aunque no siempre hay síntomas claros, algunos indicios de que tu hígado puede necesitar ayuda son:
No se trata de alarmarse, sino de escuchar a tu cuerpo. Y, si notas varias de estas señales, quizás sea el momento de hacer cambios.
A veces pensamos que “desintoxicar” es algo que se hace con batidos o dietas extremas, pero no hace falta nada de eso. El hígado sabe hacer su trabajo. Solo necesita que no le pongamos trabas.
Aquí tienes algunos cambios que pueden marcar la diferencia:
1. Apuesta por una alimentación lo más natural posible
Cuanto más naturales sean los alimentos que consumes, menos carga tóxica tendrá tu hígado.
Apuesta por cantidades adecuadas de hidratos de carbono complejos, un equilibrio proteico vegetal y animal y ácidos grasos esenciales.
Evita ultraprocesados, aditivos, fritos, grasas trans, grasas saturadas, azúcar refinado y un consumo excesivo de fructosa, bebidas azucaradas y bollería en general. En autoinmunidad se podría valorar reducir el consumo de alimentos con gluten.
2. Incluye alimentos ricos en antioxidantes, vitaminas y fibra
Aumenta el consumo de alimentos como acelgas, brócoli y otras crucíferas, calabacín, pomelo, cerezas, piña, frutas y verduras en general, ya que poseen acción diurética y son ricas en vitaminas, sales minerales, oligoelementos y fibra.
Verduras de hoja verde, frutas rojas, cúrcuma, remolacha o alcachofa contienen compuestos que apoyan las vías de detoxificación hepática.
Un intestino lento obliga al hígado a trabajar más. Asegúrate de consumir suficiente fibra y mantener una buena hidratación. Si tienes estreñimiento el hígado sufre.
3. Elimina lo que no necesitas
Reduce el alcohol, el tabaco, excitantes, los pesticidas y tóxicos ambientales siempre que puedas. Todo lo que evitas, es trabajo que le ahorras a tu hígado.
4. Mantente hidratado
El consumo de agua en cantidades recomendadas suele estar entre 1.5 – 2 L/día o más si se hace actividad física o según la estación, como en verano.
5. Respeta tu descanso y haz ejercicio
El descanso y el ejercicio son pilares fundamentales para la salud, también desde el punto de vista nutricional.
Ambos optimizan los procesos bioquímicos del organismo, favoreciendo un mejor uso de los azúcares, las proteínas y las grasas. Además, promueven la movilización de líquidos y toxinas, mejoran la función cardiovascular, el perfil lipídico y contribuyen al equilibrio general del metabolismo.
Cambiar mi alimentación no solo mejoró mis digestiones o mi energía. Lo que ocurrió fue más profundo: mi hígado dejó de estar inflamado, mis analíticas mejoraron y mi cuerpo empezó sintetizar correctamente las proteínas esenciales para su funcionamiento.
Por eso estoy convencida de que el enfoque integral no es opcional, sino imprescindible.
La medicación es una herramienta, pero tú también puedes hacer tu parte para que funcione mejor y para cuidar tu salud a largo plazo.
Si estás atravesando un proceso de autoinmunidad, te animo a que no te limites a seguir el tratamiento médico. Escucha a tu cuerpo, cuida tu alimentación y respeta el trabajo silencioso de tu hígado.
Cada pequeño cambio cuenta, y tu salud lo merece.
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